A todas partes. N.N. – Día 295, 3 de enero


Simeón se sienta a mi lado muy atento, como confirmando cada uno de mis actos y de mis movimientos. Mira mi mano que coge un papel y un bolígrafo y empieza a escribir; levanta el hocico como comprobando si es o no correcto lo que hago. Está sentado sobre sus cuartos traseros y parece una esfinge guardiana de un tesoro -tal vez yo sea algo muy valioso para él-. El tiempo transcurre, y al cabo de un buen rato -no sé cuánto- se sienta delante de mí, apoya su hocico en una de mis rodillas y me observa; es posible que ya sea su hora de volver a salir y esta su forma de recordármelo. Creo que sabe que me estoy dando cuenta. Insiste, su hocico comienza a presionar la rodilla y a empujar la pierna hasta que le digo «¡vamos, Simeón!». Y me levanto, mientras él, moviendo contento el rabo, sigue fiel mis pasos hasta que llegamos a la puerta de la calle.

©María José Gómez Fernández

5 comentarios sobre “A todas partes. N.N. – Día 295, 3 de enero

  1. ¡Qué bonitos son los perros! y no me refiero a lo físico. Son como acompañantes ideales de nuestras almas. Lo has captado muy bien en este escrito. Nos entienden, nos hacen saber también lo que ellos necesistan. Nos dan paz. Yo estoy a punto de tomar una decisión muy fuerte con respecto a mi perrita chihuahua. Tu entrada me tocó el alma. ¡Saludos!

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    1. Muchas gracias Ana! Los perritos, aunque tengan sus dificultades como este mío, son entrañables. Es un poco particular, lleno de miedos que le hacen parecer un ser agresivo en situaciones concretas. Espero que tomes la decisión adecuada con tu perrita, seguro que una vez que lo decidas será porque lo has meditado y mucho. Eso no quita que duela. Fuerza, mucha fuerza!!! Saludos!!

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