Sacudida. Confinamiento domiciliario #YoMeQuedoEnCasa – Día 38, referido al 21 de abril


Flotaba en el mundo, como todo aquel que cree vivir en un estado de felicidad intermitente.

No todo es lo que parece, ni siquiera para uno mismo.

Un día tras otro van llegando señales que alertan de que algo no va bien. Las señales cada vez son más frecuentes. Al principio te resistes a notarlas, a verlas y escucharlas, más adelante te arrepentirás de no haberlo hecho. Un día reconoces que las alertas ya son más que evidentes, luces y sirenas avisan de que todo puede precipitarse y caer. La alarma te indica que es prudente moverte hacia un lugar seguro, y movido por el instinto de supervivencia que todos llevamos grabado, te pones a resguardo en un lugar que parece seguro.

Instantes después una tremenda sacudida hizo que se moviera el suelo bajo sus pies. Su mundo comenzó a resquebrajarse, a romperse después, cayeron techos, paredes, objetos, quedando desparramados sin poder rescatarlos.

Cuando la sacudida y el temblor cesaron, salió del lugar seguro donde se había resguardado. Ante sus ojos reinaba la desolación, nada era reconocible ni identificable, solo destrozo y escombros. Salió al exterior, despacio y con la serenidad recuperada, inspiró y espiró renovando el aire de sus pulmones, sonrió con una tímida mueca, se encontraba a salvo.

#YoMeQuedoEnCasa #QuédateEnCasa

©María José Gómez Fernández

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