Nada es igual, ni dentro ni fuera,
y aunque sea igual, ya no es lo mismo:
ni las calles, ni las casas, ni la gente que pasa.
Nada es igual, no tiene el mismo sentido,
ni inspira sensaciones parecidas,
ni transporta con el pensamiento
a ningún sitio.
Nada es igual,
estoy y no estás,
estás y no estoy,
cada uno en un punto del camino,
pero ya no vamos juntos.
Nada es igual,
y hasta las lágrimas
saben amargas.
Duele hasta el alma.
Me pregunto
si habrá un tiempo
si habrá un lugar…
©María José Gómez Fernández