Se echa de menos el silencio
de la calle a cualquier hora,
sobre todo de madrugada.
Se echa en falta el sosiego,
la tranquilidad generalizada.
Se añora la soledad de las calles,
ya estábamos acostumbrándonos
a escuchar nuestras pisadas.
Se nota la falta de tantas cosas
que hasta duelen los recuerdos.
©María José Gómez Fernández